20 noviembre 2013

Último .

Último

Es... Sí, lo es.
Doloroso y miserable,
el que todo se acabó.
¿Lo ves?
Lo notarás, tal vez.
Que mis manos
permanecen muy quietas.
No escriben, no más.
Último será esto.
Último...
Que mi boca
está callada.
No habla, no más.
Último será esto.
Último...
Que mi cuerpo
yace muerto.
No reacciona, no más.
Último será esto.
Último...
Que mi corazón
está roto.
No palpita, no más.
Último será esto.
Último...

¿Quién te escribirá
poesía cada noche
de luna llena?
¿Quién osará
interrumpir tus
sueños...?
¿Quién te amará
como yo lo hice?
Hice...
Hice pues.
No arrepentimientos.
No amarguras.
No lágrimas.
No para ti.
No esta vez.
Aunque ahora llore,
último será esto.
Último...
¿Qué me queda?
El silencio,
cristales rotos
y ver mi triste
corazón ardiendo.
Pudiste...
Claro que pudiste.
Pero en estos
precisos momentos,
ya no más.
Último será esto.
Último...

¿Qué será lo que
mañana te susurrará
el melancólico viento?
¿Te perderás?
¿Me añorarás?
¿Quién sabe?
Ya no te arroparán
mis cálidas letras.
No susurrarás más
mis versos;
están muertos.
Ya no late.
Ya no arde.
Es tarde...
Demasiado,
un quizá...

Y por último,
te he amado.
Y te quiero...
Pero tú no
lo has querido.
Y eso será
lo último.
Sí...
Último...




13 noviembre 2013

Para ti, mi amor .

Para ti, mi amor

Sea la noche oscura y dolorosa,
sea la luz tenue y temblorosa,
sea la razón dura o mentirosa.
Sea el corazón frágil y suplicante,
sea la mente ágil y perspicaz,
sea el amanecer fuerte y despampanante,
te amaré siempre, no preguntes por qué.
No preguntes algo digno de saber,
algo digno de ver, de tener.
Si toda la perfección está en tu perfecto cuerpo,
es una respuesta suficiente que debes conocer.
Y te amo, con ojos cerrados, ojos abiertos.
Te adoro, con labios besados, labios en silencio.
Te quiero con todo mi corazón y alma.
¡Ah, no! Porque mi corazón es tuyo.
Todo lo mío reposa en tus manos.
Glorioso seas, bendecido por Dios y sus seres.
Tú, mi ángel, luz divina que atraviesa los cielos.
Tú, mi gloria, que abrasas el frío invierno.
Tú, mi esperanza, que me abrazas cuando lo necesito.
Tú, mi estrella, la que más brilla en todos los universos.
Tú, mi todo, tú mi perfección.
¿De dónde vienes? ¿Cuándo naciste?
Me entrego a ti totalmente, cuerpo y alma solo para ti.
Y tus labios... ¡No hablemos!
Suaves manantiales de agua tibia, dulces y puros.
Tus ojos... ¡No digamos!
Profundas medianoches donde mi ser se esconde,
donde la luna se refleja y luego nos perdemos.
Tu cara... ¡Quien pudiera verla!
No querría, no, porque eres mío, porque soy tuya.
Y si te ven, ¡no! ¡Te perdería!
Eres tan bello, tan perfecto, que todos caerían.
¡Todos de ti se enamorarían!
Y yo sólo te quiero para mí, mi amor.
Porque siento que estamos destinados,
que juntos iremos más allá de la eternidad.
Te invito a que vengas conmigo,
que tu presencia me acompañe siempre,
que vayamos lejos, muy lejos,
donde ni el dolor pueda alcanzarnos.
Porque tú y yo somos uno.
Y tu cuerpo... ¡Dios mío!
¿Quién te creo?
Es que no pienso que alguien pudiera
haberte hecho, tan perfecto.
Has nacido de una aleación de cosas preciosas,
y brillas, mi amor, destellas.
Y nada puede compararse contigo,
porque tú lo eres todo, eres magnífico.
Ni unos versos, ni unos párrafos.
Nada... Ni siquiera mi amor.
Te amo, sí... Cuánto te amo.
Si pudieras saberlo, te asombrarías.
Soy para ti, y eso me enorgullece.
Es que estoy aquí, he nacido,
y aunque la vida querido sea todo una mentira,
aunque todo sea falso y duela,
me hace feliz, -muy feliz- la idea de que
seamos uno, de que sea tuya.
Al menos, ese es mi objetivo.
Sanarte, llenarte, entregarme a ti.
Si Dios pudiera verte con sus propios ojos,
él se arrodillaría ante ti,
te cedería su corona de oro y gemas,
su espada de plata y rubíes,
su trono de metales y diamantes
y te concedería su puesto, ¡seguro!
Eres eterno, completo, perfecto...
Que nadie lo vea, no amor...
Porque te perdería,
y no hay nada que más tema.
Nada que más me estremezca.
Juntos para siempre...
Y moriré por ti mi amor,
una y millones de veces.
Y cantaré porque te tengo,
lucharé por tus besos.
Naceré infinitas de veces
para que infinitas de veces
pueda conocerte de nuevo.
¡Te amo!
Quiero que lo sepan los ángeles,
todo el mundo, porque te amo.
Y ahora bésame... Cierra los ojos.
Me maravilla saber, corazón,
que tengo para siempre.
Me agrada comprender, querido,
que me amas con toda tu vida.
Me gusta oír, mi amor,
tus labios pronunciar tu dulce voz.
Me encanta ver, mi amado,
tu silueta perfecta ante mí.
Me duele no poder ser como tú,
no poder llegar a tu altura
y ofrecerte lo que realmente mereces.
¿Pero sabes qué?
Te amo, y nada importa.
Porque el amor lo puede todo.
Porque tú, lo eres todo.

Te amo.

Soneto para Noé .

Soneto para Noé

El silencio nos ha callado esta noche.
Tus ojos me miran,
y yo deseo tenerte.
En tus labios leo la palabra vida,
y créeme,
es lo que pretendo darte.
Me derrumbo enfrente de ti,
espero a que vengas a salvarme.
Me llevas muy lejos,
viviendo a tu lado en sueños,
el único lugar donde puedo amarte
ficticio es para siempre.
Para siempre adorarte...

Aunque duela el corazón triste.

Soneto para Annet Marie .

Soneto para Annet Marie

Una princesa sentada
en lo alto de una torre,
llora muy triste
en su aposento, sola.
Sus labios rosados,
su sonrisa rota,
su canción en silencio,
su cara preciosa.
Sus ojos vivos pero apagados,
su corazón ama desolado,
a un fantasma; a un joven sin vida.
No llores más, princesa,
este pobre fantasma borrará tu tristeza.

Ahora ámame, porque yo te amo.

El soneto del Fuego .

Soneto del fuego

El fuego nace en tus labios,
las llamas no serán extinguidas...
Viene el marchito lirio,
se va triste la rosa lánguida.
El deseo de la noche, perdido,
la mañana sola, amanecida.
El secreto de tus ojos prohibidos,
me llevan hacia a ti, seducida.
El misterio aleado con el secreto, fundidos,
hacen mi batalla perdida.
El silencio me lleva a tu olvido,
mi sonrisa rota sonríe, entristecida.
Me quemas con tu fuego...

Caigo en tus brazos rendida.


El soneto del Dolor .

Dolor

Hoy el azul se me apaga.
El sol abrasador quema,
pero para mí no más brilla.
La Muerte se pasea alegre,
sedienta de las almas, triunfante.
Y aún los ángeles me sostienen,
ponen su confianza en mi cuerpo;
aunque pocos hilos me aguantan ya.
El miedo se abraza a mí,
y yo, tan penosamente,
me aferro con fuerzas a una salvación suicida.
Hoy, por muy exhausta que esté,
le pido a Dios que toque mi cabeza,

y que sus manos, la llenen de sabiduría.


Soneto del Ángel caído .

Soneto del Ángel Caído

De la canción de tus labios
que te hace susurrar el viento,
mi corazón en tus manos
regalado. Sacado de mi pecho.

Ángel caído de los cielos,
¡cuán grande tu despojo ha sido!
En silencio te miro,
bello forastero desconocido.

Aterrizaste en mi mundo de fuego.
El sueño quema. El dolor no siento.
Recorren los hilos de sangre lentos.

Digamos que por mí has venido,
que tus pecados perdonados fueron,

que por mi vida unida a la tuya, has caído.


Soneto de la Velada triste .

Soneto de la velada triste

¿Por qué sigues en mi mente?
Persiguiéndome, mirándome...
¿Por qué no haces del dolor,
una triste melodía,
para que me acompañe
noche y día?
Camino contra el viento,
en las carreteras rociadas,
arrastrando mi pena
por cada madrugada,
cerrando mis ojos por un momento.
Me acuerdo de ti,
caigo,

y me quedo helada.


El soneto de la Noche .

Soneto de la noche


Cuando duermas, mi querido ángel,
Yo estaré para aguardarte
De temores, de la muerte,
Suspiro al verte...

Cierras los ojos, mi corazón vive.
Cada latido tuyo es más fuerte,
Y mi vida pasa deprisa.
Y tú, eres mi suerte.

Esta noche la luna me dirá,
Dónde estás exactamente.
Las estrellas me oyen buscar
En el cielo, a mi querido ángel.


Soneto de la Noche sin Luna .

Soneto de la noche sin luna

Hoy la luna no me duerme,
los ángeles ya no cantan,
el sol no brilla en tus ojos,
el corazón para siempre se para.
La vida no es lo que fue,
las heridas han tocado lo profundo,
las cicatrices marcadas del ayer,
recordarán el suspiro
de un espíritu inmundo.
Y las alas de ángel que me cubren,
me impiden ver estrellas de cristal,
y una dulce luna de diamante y perlas
brilla a lo lejos,

y se esconde tras la estela angelical.


Oh, amor...

Oh, amor...

¡Lo odio!
¡Cuánto odio al amor!
Pero, ¡ay, Dios mío!
¡cuánto te amo!
Amor...
Sentimiento lleno de repugnancia,
¿cómo osa adueñarse de mi cuerpo,
de mi cabeza, de mi corazón?
Si sabe lo que me duele,
cómo me destroza,
¿para qué viene? Y lo peor
es que nunca se equivoca.
Y ya no doy para más,
el amor conlleva a la muerte.
Este pequeño corazón está muy roto
para que vuelva a arreglarse.
¡Es que no me cabe!
¡Es tanto sufrimiento!
¿Cómo un ser humano
puede llevar tanto adentro?
Es una batalla
donde todos van de la mano:
el olvido y la distancia;
la vida y la muerte;
el vacío y el dolor.
Y no.
No puedo soportarlo más.
A ciegas entrego todo,
ordenadamente y con pasión.
¿Y qué recibo a cambio?
Nada, sin compasión.
Pero tú, mi ángel...
¡Tú lo eres todo!
No puedo cerrarte las puertas;
no puedo dejar de verte;
no puedo negar tus besos;
no puedo evitar que tu amor
me inunde millones de veces.
Oh, amor...
¿Qué le hago? ¡Suspiro!
Y cuánto me queda, Señor.
No quiero ni imaginarlo.
Sólo pensar, me cierro
¡y no salgo!
Pero tú...
¡Oh, tú, bendito seas!
Da igual lo que me depares,
te amo, y ya está.
¿Qué importa lo que la gente piense?
Yo sólo te observo, te deseo.
Pero, ¡oh, el amor!
Cuánto lo odio...
Es el mayor veneno
que jamás ha visto mi corazón.

Y aún así, te amo...

Sí, te amo...


Cómo duele .

Cómo duele

El viento congela mis huesos.
Esta noche camino sola.
Aún no pude librarme de las cadenas;
pero voy en tu busca, sola.
Y sólo pienso, y el deseo sube,
aumenta y llega a mí mente...
Duele mucho tener ya a alguien;
duele mucho no ser tuya.
Duele mucho cuando las lágrimas caen,
cuando el tiempo se para,
y mis pies no pueden seguirte.
Cuando mis suspiros te rodean al dormirte.
Cómo duele respirar cuando no estás,
porque entonces no comprendo por qué respiro.
¡Cómo duele el amargo silencio!
Cuando estamos cara a cara,
y los labios sellados para siempre quedan.
Tantas veces me cuestiono lo mismo...
“¿Qué no hago yo contigo?”
Pero la vida es cruel.
Y el amor, querido, sobre todo el amor...
Si el destino no quiere que juntos estemos,
entonces aguardaré con pasión.
Aguardaré a que la lluvia pare;
a que el sol venga;
a que el viento calle y nos susurre:
“¿a qué esperáis para amaros?”
Entonces, yo querido, te daría todo.
Mi amor y mi deseo...
Pero despierto. ¡Sí, despierto!
Y entonces no es nada igual.
Me hiere tanto no poder quererte,
sólo poder amarte en silencio...
Me mata el saber que tus labios
jamás serán probados por mí.
Y el dolor permanecerá justo a mi lado,
no me abandonará jamás,
como yo no dejaré de amarte.
Pero cómo duele... Sí, qué mal se siente
el no ser para ti, el no poder abrazarte.
El no poder regalarte las estrellas
y no amarnos mirando el oscuro cielo.
Me desgarra por dentro,
y sólo tu mirada esto cura.
Pero por ahora duerme.
Yo lucharé por ti en cada instante.
Sé que no es un cuento de hadas;
pero sí una cárcel.
Entonces yo pediré nuestro amor eterno.
Y lo conseguiré porque te quiero.
Y no habrá cosa alguna existente
que nos separe y nos quite el amor.
Yo venderé mi lugar en el cielo,
y te esperaré hasta el fin de mis tiempos.
Mientras tanto te amaré...
Oh, sí, ¡cuánto te amaré!

Cuánto duele verte cada día, querido,

y no tener valor para decirte que soy tuya.


Flor .

Flor

Preciosa y delicada flor,
los ángeles cantan por tu brote.
Inesperado y a la vez amado,
siempre por mi corazón.
Tus pétalos perfumados
acarician mi cielo plata.
Tu dulzura desemboca
en mis sentidos.
Me detengo y medito...
¿Qué es lo que Dios
me ha traído?
¡Ah! ¡Esa hermosa flor!
¡El regalo más preciado!
Que no llore en mi presencia,
¡bien sabe que la conservo yo!
Y tanto que la protejo...
Que no se marchitará.
Ni la flor, ni mi amor.
Y la miro... La miro...

Y nunca la dejaré de observar.


Amargura .

Amargura

Hoy tus ojos atraviesan fieros mi corazón,
desafiantes. Y lo sé todo de ti. Todo.
Y tú de mí, no sabes nada. Nada...
O eso pretendes: no saber nada de mí,
y todo de mí sabes, con tu dulce mirada.
¿Cómo debo sentirme? ¿Cómo, dices?
Seducida por tus labios, torturada por esos
crueles ojos almendrados que me hacen caer a tus pies.
No sé si es amor... No creo si es amistad.
Sé que es un profundo dolor, imposible de remediar.
Me alegro cuando te veo, pero también me duele.
¡Oh, amado mío -si es que eres mi amado;
si es que eres mío- dime tú, ángel de
mis cielos! ¿Qué es esto que por ti yo
estoy sufriendo? ¡Daría mi vida por rozar
tus deleitosos labios! ¡Por acercarme a ti y
oler el aroma de tu suave piel! Y ahora...
Dime, querido mío -por mí eres más que
querido, ¿pero eres mío?-... Dime, corazón,
dime, mi cielo, ¿qué es lo que estoy
sintiendo? ¿Qué es lo que me está pasando?
El tiempo vuela, la vida corre. Mi corazón
tiembla, y ésto me duele. Así que, por
favor, lucero de mi alma... Respóndeme con
tu suma ternura... Y si tú no ves, si tú no
sientes lo que yo.... Sácame de esta dulce,

triste y loca amargura.



A ti .

A ti

Hoy ya no sé dónde despierto.
Vivo cuando te veo,
y si no te veo,
me pierdo.

No hay soledad para tus besos.
No hay oscuridad en tu cielo.
Tú, que el dolor calmas.
Tú, que por ti muero...

Tú... Que el tiempo haces corto,
aunque cuando me hablas,
se me hace gloriosamente eterno.

Tu voz que me envuelve,
y cada palabra acariciada por tus labios,
llegan dulces a mis oídos.

Tu voz que toca fuerte mi interior.
¡Ojalá nunca callaras!
Escucharte para siempre...
Para oír susurradas tus dulces melodías.

Y navegar en tus ojos de miel,
ésos dos luceros de almendra
donde me perdí más de una vez.

Acariciar tu corazón,
besar tus suaves mejillas.
Aspirar tu aroma, abrazarte,
y sentir tus alas al rodearte.

Dibujar sonrisas en tu rostro.
Llevarte cerca mía,
como si estuvieras bajo mi piel,
¿adónde mejor estarías?

El viento susurra a lo lejos,
y me lleva a tus brazos.
Respiro tu armonía...
¿Adónde mejor estaría acaso?

Mi vida está sobre tus manos,
permanezco en tu dulzura.
Y ojalá ésto sea eterno...

Al igual que eterna será tu hermosura.


Melancolía .

Melancolía

Como el hielo, el corazón se quiebra.
Como los filos de cristal que cortan.
Mi vida quemándose en piezas...
Pero una de ellas, tú la conservas.

Conservas lo más valioso de mi vida.
Bien guardado en un paño
bordado con hilos de oro.

Me duele no poder con nada.
Me hiere que no amanezca,
que el pasado haya volado lejos.
Que tu sonrisa guarde desolada melancolía...

Las ganas de llorar nunca se pierden.
La soledad y ansias de mi ser no se calman.
El dolor y la amargura en silencio,
se sufren al unísono en este mundo incierto.

Te observo. Te contemplo. Mantengo sostenida,
mi mirada hacia ti. Porque cada minuto
-no lo dudes-, todo de mi vida, va hacia ti.

Lloraría eternamente en tus brazos,
en tu pecho, contándote al oído,
todo lo que de ti necesito...

¿Me miras? ¿Me hablas? ¿Me oyes?
Dime si en las frías y dolorosas noches
en mí has pensado.

¿Me has necesitado?
¿Has sentido el vacío en tu pecho
de mi amor ausentado?

Y sólo hago lo que mejor sé hacer:
llorar para siempre...

Y para siempre lloraré.


El Amor .

El amor

Con ojos cerrados,
y mente abierta,
esperando preparada,
a lo que viniera.

Ni los ígneos vientos,
ni la flamígera primavera...
Ni tus dulces pecados,
ni las trémulas llamas de las velas.

Tan solo te pido,
amablemente,
claro que sin prejuicios,
sin ser arrogante:
que no me quieras;
que dejes de amarme.

Ya que por mi culpa sufres,
y el amor te ciega.
La locura te enloquece,
y me da miedo, amado mío,
a que no seas,
lo que eras.

Y los llantos...
¡Se vuelven más fuertes!
¡Desconsolado el corazón,
hasta el día de mi muerte!

Y suspiras...
Ay, suspira el enamorado,
en silencio, intranquilo,
con aire apasionado.
Siendo del dolor
total víctima; total testigo.

Porque el amor,
no es otra cosa.
Para el amor,
hay que estar preparado.

Con armadura de acero,
que de las flechas protege;
con un buen caballo,
para huir de lo que no guste;
y con escudo fornido,
para evitar ataques inesperados.

Pero digo yo, amado mío,
ámame si quieres.
Vela por mí cada noche,
si tal es lo que deseas.
Preocúpate por mí,
si eso es lo que necesitas.

Pero repito, querido mío,
que el amor es como el veneno:
quien lo toma se envenena,
quien lo deja, no se muere.

Aunque si tu sueño es,
y sin mí, no puedes vivir,
ámame, mi amor.
Quiéreme como nunca antes.
Ámame, si tal es lo que prefieres.





Annet Marie, 3/03/2013