Amargura
Hoy tus ojos atraviesan fieros mi
corazón,
desafiantes. Y lo sé todo de ti.
Todo.
Y tú de mí, no sabes nada.
Nada...
O eso pretendes: no saber nada de
mí,
y todo de mí sabes, con tu dulce
mirada.
¿Cómo debo sentirme? ¿Cómo,
dices?
Seducida por tus labios, torturada
por esos
crueles ojos almendrados que me
hacen caer a tus pies.
No sé si es amor... No creo si es
amistad.
Sé que es un profundo dolor,
imposible de remediar.
Me alegro cuando te veo, pero
también me duele.
¡Oh, amado mío -si es que eres mi
amado;
si es que eres mío- dime tú,
ángel de
mis cielos! ¿Qué es esto que por
ti yo
estoy sufriendo? ¡Daría mi vida
por rozar
tus deleitosos labios! ¡Por
acercarme a ti y
oler el aroma de tu suave piel! Y
ahora...
Dime, querido mío -por mí eres
más que
querido, ¿pero eres mío?-...
Dime, corazón,
dime, mi cielo, ¿qué es lo que
estoy
sintiendo? ¿Qué es lo que me está
pasando?
El tiempo vuela, la vida corre. Mi
corazón
tiembla, y ésto me duele. Así
que, por
favor, lucero de mi alma...
Respóndeme con
tu suma ternura... Y si tú no ves,
si tú no
sientes lo que yo.... Sácame de
esta dulce,
triste y loca amargura.
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