Anoche
Anoche me desvelé...
Sí, me mantuve despierta.
No le di relevancia alguna
a eso llamado
''el Mundo de los
sueños''.
Me senté, ansiosa,
sobre el frío suelo.
Extendí mis brazos.
Sentí las mariposas
correr.
Y vi oscilando temblorosas
como plumas borrosas
cayendo por toda la
habitación
suaves pétalos de rosas.
Sonreí, lloré de la
emoción.
Miré hacia arriba,
las margaritas me
acariciaban.
La oscuridad lo inundaba
todo,
como si fuera un cielo
eterno sobre mí...
Pero un rayo de luz tenue,
tan suave como las flores,
me iluminaba la cara.
Estelas mágicas que me
arropaban,
destellos coloridos en
aquella
oscuridad inmensa.
Y aún seguían las hojas
cayendo tan lentamente
que tan cálidas se
posaban
en las lágrimas de mi
rostro.
Supe diferenciar cada
tono:
los azules más perfectos,
los blancos tan puros,
los verdes tan gentiles...
Y yo, allí sentada,
viviendo tal momento.
Todo colmado de magia;
todo lleno de fantasía.
A pesar de la tristeza,
¡la felicidad me
embargaba!
Y es que era grande,
y es que podía con
todo...
El corazón se me quemaba,
el alma se me dormía...
El cuerpo cedió, cansado
yacía.
Y tan cariñosas me
cubrieron las hojas
con sus olores más
preciados.
Pues la tranquilidad
reinaba,
¡yo ya no lloraba!
El silencio se ocupó de
todo
y yo, no desperté de
nuevo.
Annet Marie, 10/01/2014,
22:18 h
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